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La Odontología Bioenergética forma parte de la odontología integral biológica que reconoce, diagnostica y trata las alteraciones de los dientes y la boca, teniendo en cuenta la conexión entre la cavidad bucal con el resto del organismo, a nivel físico, bioquímico, emocional o energético. Además, la Odontología Bioenergética prioriza los métodos de diagnóstico y tratamiento poco invasivos y evita el uso de técnicas, sustancias, medicamentos y materiales tóxicos o contaminantes.

Las personas, como parte de la naturaleza, somos un sistema de energía, en el que hay movimiento, pensamientos, emociones, materia y reacciones bioquímicas y físicas. Todo este complejo sistema se puede manifestar de diferentes maneras con síntomas físicos, enfermedades y dolores, debido a que nuestro ser habla a través del cuerpo.

Abrirnos  a tratamientos alternativos

Los dientes son un conjunto de venas, arterias, nervios y materia inorgánica que nos relacionan con el exterior y con la intimidad de nuestro ser. Abrir la boca es como presentarse desnudo ante el dentista, enseñar lo más profundo e íntimo de uno mismo. Para mejorar nuestros resultados y nuestra relación con el paciente, los dentistas debemos reconsiderar nuestras costumbres y aprendizajes e integrar en nuestra práctica la acupuntura, la homeopatía, la osteopatía, la kinesiología, las flores de Bach…

Cada paciente es un mundo interior

Bien es cierto, que un mismo terapeuta no le va bien a todo el mundo. Cada uno de nosotros posee un médico interior, que nos guía para mantener la salud y cuando enfermamos y no somos capaces de comunicarnos con nuestro médico interior, nos vemos obligados a recurrir a un médico exterior que nos ayude. Para conseguir curarnos es importante que nuestro médico interior y el exterior presenten el máximo de afinidades posible. Nosotros, los odontólogos, como médicos exteriores tenemos que acompañar a nuestros pacientes en ese proceso de sanación: el paciente es el protagonista, debemos escucharlo, respetarlo y ayudarlo a entender que su salud le pertenece. Tenemos que entender, que no siempre vamos a tener un diagnóstico certero e inmediato, ya que podemos equivocarnos y llevar a encasillar a la persona y su afección.

Siempre debemos considerar al paciente como único e irrepetible y que cada día nos pueda sorprender. Por eso, hay que estar preparado para ello, y es lo bonito de nuestra profesión. El paciente es nuestro mejor profesor, lo que nos diga es nuestro mejor libro y el mejor remedio está en él.