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Chuparse el dedo es una conducta habitual y fisiológica durante el primer año de vida del bebé. Esto le sirve para conocer su propio cuerpo, descubrirse y tranquilizarse. Es un signo de madurez psicomotora. Se recomienda no quitar la costumbre, ya que lo normal es que dejen de hacerlo hacia los dos años.

Sin embargo, si continúa con el hábito a partir de los cuatro, es recomendable observar en qué momentos tiene más tendencia a hacerlo para identificar la causas de chuparse el dedo y así poder ayudarle.

La ansiedad y el sentido de culpa son síntomas de chuparse el dedo. Es importante dejar de enjuiciar sus acciones, no castigarlos, ni gritarles o amenazarles y hacer que los niños vayan pensando, reflexionando y valorando sus acciones. Hay que hablar con ellos objetivamente, sin juzgarlos.

Dejar este hábito tiene que ver con un factor de madurez emocional. Se requiere paciencia, no hay que insistir a cada rato y nos debemos observar como padres, ya que muchas de nuestras actitudes pueden ayudar a que el niño mantenga esta práctica.

Es bueno que se centren en actividades creativas donde puedan expresar libremente sus sentimientos: pintar, escribir, bailar, cantar, hacer deporte, manualidades, etc. para que desahoguen lo que sienten.

Pueden chuparse el dedo porque necesitan contacto corporal y emocional. Son niños que se sienten desamparados y necesitan más afecto que otros. Es una manera de defenderse frente a la aparición de ansiedades tempranas que lo atemorizan derivadas de cualquier situación que el niño vive como una pérdida del vínculo materno, o de una situación traumática puntual, como mudanzas, nacimientos cercanos, enfermedades… Hay que intentar que estos niños se sientan seguros mientras van madurando y darles mucho amor, besos, abrazos, caricias, para que en todo momento se sientan queridos.

Consecuencias de chuparse el dedo

Si el hábito perdura más allá de los 4 años, pueden darse diversos problemas:

  • Deformación de los maxilares y malposiciones dentales.
  • Alteraciones en el lenguaje: Todas las estructuras bucales, ya sean los labios, la lengua, el paladar blando o duro, los dientes, los alveolos, la mandíbula o la musculatura orofacial son fundamentales para la correcta pronunciación de los sonidos y cualquier alteración distorsionará la articulación de los fonemas “t”, “d” y “l”. También puede ser posible el ceceo y el seseo.
  • Deformación de los dedos:Formación de callos, eccema irritativo, alopecia y uñeros.
  • Riesgo de alteraciones gastrointestinales y de infecciones…

Dejar de chuparse el dedo

Corregir este hábito conlleva mucha paciencia y esfuerzo.

  • Explícaselo con dibujos: que conozcan cómo se deforma la cara y la boca, cómo afecta a la hora de hablar… para que entiendan que no es bueno para ellos.
  • Un peluche para abrazarse, muy útil para que así tengan las manos ocupadas y no las lleven a la boca.
  • Evita reemplazar el dedo por el chupete y descarta cubrir los dedos con guantes o poner alguna sustancia desagradable en ellos.
  • Ayúdale a pensar y descubrir, dependiendo de la edad, lo que les puede estar afectando emocionalmente.
  • Otros métodos utilizados son el reforzamiento positivo (dar pequeños premios por cada avance), reforzamiento diferencial(retirada de un estímulo positivo cada vez que se chupe el dedo) o reconducción del hábito (se enseña al niño una respuesta inmediata al hábito, como cruzar los brazos, cerrar el puño… así el niño, cuando tenga ganas de chuparse el dedo, acabará haciendo esa respuesta aprendida).

Reconoce y acepta los pensamientos, sentimientos y reacciones del niño. Que sepan que sus preocupaciones son importantes.

Si con todo lo anterior no lo conseguimos, desde nuestra clínica dental de valenciana te proponemos utilizar dispositivos ortodóncicos. La odontología pediátrica dispone de diversas alternativas para la corrección del hábito de succión digital, que desde la odontología integral biológica también utilizamos. Los más empleados son la rejilla palatina y el dispositivo “Bluegrass”. Antes de colocarlos se debe explicar al niño que no se trata de un castigo, sino de un recordatorio para no chuparse el dedo.

Los niños suelen abandonar el hábito en el primer mes de tratamiento aunque el aparato se debe mantener en la boca de 3 a 6 meses para evitar la recidiva de la succión del dedo.